jueves, 1 de noviembre de 2007

El poder en Hamlet

Ubicar el poder en la obra quizás más famosa del célebre escritor ingles cuyo prodigio es incomparable en las aras de la literatura universal, resulta ser un trabajo no sencillo más evidente; pues el poder es el motor determinante, de toda la obra, empieza con una lucha por poder y concluye con el restablecimiento del supuesto orden natural mediante otra lucha de poder.
Si bien es cierto que el poder como tal se encuentra presente alrededor de toda la obra de Shakespeare desde Romeo y Julieta, Macbeth o Enrique VI es sin lugar a dudas en Hamlet donde este se vuelve el personaje principal.


Partiendo de la importancia de conocer el contexto histórico en el que una obra es escrita para poder comprender lo que motivo al escritor a lograrla considero menester mencionar que Hamlet a pesar de no saberse la fecha exacta de su escritura se puede asumir fue lograda en la época del mandato de Isabel I donde Inglaterra conformaba un Estado con escasa población más se empezaba a constituir como una de las primeras potencias mundiales alcanzando un grado sorprendente de prosperidad material y lucidez en el dominio de las letras produciéndose un florecimiento de autores dramáticos, de poetas, de músicos y de pensadores.
«El reinado de Isabel se caracterizó por ser el centro de intrigas, confabulaciones, revueltas, ejecuciones y asesinatos, sucesos que al mismo tiempo actuaron como inspiradores del arte de la época.»
Y es en este entorno donde Shakespeare desarrolla la mayoría de su obra, plegada de connotaciones históricas al momento vivido, criticas a las deficiencias y glorias a los logros del mandato Isabelino.

Ya visto el contexto histórico donde se desarrolla la obra es menester mencionar que la influencia de esta a pesar de haber sido escrita hace mas de quinientos años es inmensa, tanto en los campos de la literatura y el teatro de los cuales no me ocupare mucho en este trabajo tanto como el concepto de poder y política; siendo influencia indirecta para autores como Hegel o Hobbes quienes trataran la tragedia desde el punto de vista político; así como será influenciado por Maquiavelo quien plantea también la tragedia de los valores versus la tragedia de la acción.



Maquiavelo nos dice que la tragedia de la vida política al ser la política una cuestión completamente humana esta sujeta a la decisión de un hombre el cual tendrá que escoger entre los valores de la moral cristiana versus la moral política lo cual de forma evidente resulta una tragedia, partiendo de la idea de que esta es la perdida de algo apreciado, al escoger una de las dos morales se pierde la otra y si se escoge la errónea se pierde todo, incluso aun escogiendo la correcta se pierde de todas formas, he ahí la tragedia política, así mismo plantea que ya elegida una opción la tragedia de la acción recae en que quizás no fue la opción adecuada.
Esta idea meramente maquiavélica se encuentra en Hamlet en diversas ocasiones, en primera instancia en la lentitud de reacción que tiene Hamlet para engendrar su venganza. Esta lentitud se puede ver como estrategia o pasividad, como miedo o arrogancia, más implica una decisión, empezando la tragedia del personaje ¿Qué hacer? ¿ser o no ser? ¿cuál es la cuestión? ¿«soportar con
ánimo templado los golpes y dardos de la insultante fortuna, o levantarse en armas contra un mar de adversidades, y enfrentándolas ponerles fin»?
Hamlet tuvo que escoger entre saciar su venganza o buscar lo más adecuado para su nación, y al escoger una cosa condenaba inmediatamente la otra, llevándolo incluso a pensar en que la única solución airosa seria el finiquito terrenal de su vida.

Por otro lado «Hobbes dice que en la medida que no exista un poder común que atemorice a todos los hombres, estos se encontraran en estado de guerra, el cual subsistirá en tanto que los hombres se peleen por sus deseos y pasiones o por su propia naturaleza y es aquí donde aparece el carácter trágico de la política.» Es decir en el poder como tal, en el poder como mecanismo de deseo de todos los personajes, desde Claudio por el trono, Hamlet por la venganza y por el trono, Fortimbras por lo mismo, Polonio por saber, Ofelia por vivir, Laertes por venganza y Gertrudis por redención, mas siempre existe este poder que los determina, que los envuelve en esta lucha cuyo fatídico final solo resuelve la historia con el restablecimiento del orden brutalmente dislocado.

El poder en Hamlet se ve desde sus inicios, empezando con la idea del duelo entre el Rey Hamlet y el Rey Fortimbras por el control y dominio político de los territorios en disputa, siendo esta situación el nodo final de la obra que muestra de forma clara el trágico final de la política.
Así mismo, podemos ver la influencia del poder en la obra en frases recurrentes en toda la obra como la putrefacción de Dinamarca, el trono, la masa, el duelo o el poder económico.
Al mencionar la putrefacción de Dinamarca podemos ver como las ambiciones de poder de los personajes denotan cierta incompatibilidad con el régimen gobernante, en primera instancia por su repentino y sospechoso acceso al trono, por sus ineficiencias de gobierno pero sobre todo por la ambición del príncipe Hamlet de recuperar el trono robado por su tío así como la de Fortimbras por recuperar lo perdido por su padre.

Otra postura desde la cual se puede analizar la importancia del poder en la obra de Hamlet radica en la fuerza que adquiere un personaje al ser respaldado por las masas, específicamente con el protagonista a quien no se le puede juzgar por su primer asesinato debido al gran respaldo que tiene sobre el pueblo, a la adoración que se le tiene y al poco prestigio del verdugo ejecutor, es decir el efímero Rey Claudio.
Aterrizando esto a los preceptos vistos en clase podemos ver la clara polarización masa elite analizada tanto con Gaetano Mosca, Mills o Canetti, donde los miembros de la corte son obviamente los miembros de la elite gobernante que dominan la opinión pública sobre la masa.

La cuestión sobre el duelo se puede analizar a partir la importancia de la existencia de un enemigo para motivar al hombre a actuar, para ayudarlo a tomar la tan difícil decisión; el duelo en Shakespeare es el retrato de esta necesidad de construir un enemigo, de someter al hombre a los infortunios de la vida obligándolo a tomar las decisiones que han de regir sus destinos en los momentos menos esperados; y en todas las ocasiones estas decisiones se toman en base al poder, es decir, partiendo del poder que se tiene con miras al poder que se desea.
Si el Rey Hamlet no hubiera deseado poder no habría batido en duelo con el Rey Fortimbras, si Claudio no hubiera deseado poder no habría envenenado a su hermano, si Gertrudis no hubiera deseado mantener su status-quo no habría mantenido una relación con Claudio, si Hamlet hubiera agilizado su venganza no habría restablecido el orden necesario.

Finalmente en cuanto al poder económico este es visible alrededor de la obra mediante los actos de los poderosos (entiéndase Hamlet o Claudio) quienes usufructúan su poder para lograr que los soldados, mensajeros, amigos, actores etc. Hagan lo que ellos deseen con afán de lograr la satisfacción de sus metas personales.

A modo de conclusión, considero que Hamlet es una obra cuya importancia en todos los ámbitos sociales, políticos e incluso económicos solo puede ser comparada con su belleza literaria; y es por esto que la obra ha perdurado a pesar de su antigüedad.
Si bien es cierto que el poder es el verdadero motor de la sociedad humana y lo ha sido siempre y evidentemente lo será, es necesario mencionar que esto no puede ser considerado un defecto de la sociedad, ni ver al poder con un sentido peyorativo, es esta ambición al que distingue al hombre de las demás especies, la que lo ayuda a organizarse, a crear o destruir. El problema no radica en evitar el poder para buscar una supuesta mejoría personal sino en saber usarlo, en saber canalizarlo hacia un bienestar general.
El hombre y el poder van estrechamente de la mano, solo hay que ubicar quien lleva a quien.
«“Esa que ahora manosea el sepulturero podría ser la mollera de un político,
uno que quería engañar a Dios. ¿No lo será?»